Hoy vengo a hablar sobre mí,
ya que nunca lo hago.
Soy esa persona que cuando algo le llena de verdad,
llora,
cuando soy realmente feliz,
lloro,
y cuando siento que no puedo más,
también lloro.
Soy esa persona que coge la pasión y la hace dueña de su vida, que atemora las horas sin ella. Ve las cosas brillar sintiendo ese porvenir que de las simples cosas emanan. Y no sabe no llorar cuando se encuentra realmente feliz.
No podría hablar de mí sin hablar de la pasión que llevo dentro. Esa misma que mueve mi mundo, mi mundo real a veces imaginado. Es la pasión que me mueve a escribir, a hablar sobre ti, a sentir las cosas de la forma en que las siento. Todo eso me llevan a ser yo; a ver las cosas desde mi gran ventana en lo alto de una nube, donde abro la puerta y puedo sentir el sol ardiente en mis manos, donde veo mi rojo de labios en mi reflejo del cristal de esa ventana. Es el mismo lugar donde canto y río, y créanme si digo que es el lugar más maravilloso en el que poder estar.
Y digo poder, porque a veces me escapo río abajo hasta llegar a un pozo, solo a veces me meto dentro. Voy para quedarme unos días, a veces horas, depende de la dirección en la que oscile el viento para ascender de nuevo a mi nube, para ascender de nuevo a la pasión.
Suerte que llevo conmigo una brújula que se mueve, gira y gira y casi nunca está quieta.
A veces se dirige hacia una isla.
A veces hacia el mar.
Me he dado cuenta que cuando me muevo,
ella lo hace conmigo.
Y cuando no está,
muero.
sábado, 28 de septiembre de 2019
viernes, 20 de septiembre de 2019
Noches de dos lunas
Para las noches en las que hay dos lunas,
el sol permanece conmigo,
me da cobijo y alegra mis mañanas y noches.
Me aprieta muy fuerte contra él.
Sus rayos aceleran el tiempo como si fuera un péndulo enredado en mi pelo.
Su sonrisa activa mi sonrisa, crece así una planta que florece y se estremece al percibir al sol, se embarulla formando una enredadera y pasa a formar parte de un parque de arena.
Los niños juegan, y a veces alguno percibe la presencia de una flor -algún día, aunque con ninguna sombra-.
Las noches en las que mis manos acarician su espalda son las mismas noches en las que hay dos lunas y una planta florece.
el sol permanece conmigo,
me da cobijo y alegra mis mañanas y noches.
Me aprieta muy fuerte contra él.
Sus rayos aceleran el tiempo como si fuera un péndulo enredado en mi pelo.
Su sonrisa activa mi sonrisa, crece así una planta que florece y se estremece al percibir al sol, se embarulla formando una enredadera y pasa a formar parte de un parque de arena.
Los niños juegan, y a veces alguno percibe la presencia de una flor -algún día, aunque con ninguna sombra-.
Las noches en las que mis manos acarician su espalda son las mismas noches en las que hay dos lunas y una planta florece.
miércoles, 11 de septiembre de 2019
Un colibrí que aletea
Es la extrañeza de esta cama vacía lo que me lleva esta noche a escribirte.
Palabras que quedaban retratadas en mi mente al estar mi oreja en tu espalda.
La sutileza en la que en la noche la luna se abre y yo me abro en ti.
Un colibrí aletea fuertemente sobre mi cabeza,
yo lo miro con grandeza esperando a que vuelva.
Al volver me trae astíos de mi cama,
de mi almohada que aún sigue vacía,
de esa noche donde mis sueños volaron.
Y yo le digo:
pajarillo vuela.
Un pájaro volando,
un día que no llega,
una sombra pegada a mi espalda.
Volaré tan alto como el pajarillo quería,
y reiré de todo aquello que hoy me lastima.
Una noche y todas quiero estar
con mi espalda pegada a tu espalda o a tu pecho
escuchando las historias que aún nos quedan por contar.
Palabras que quedaban retratadas en mi mente al estar mi oreja en tu espalda.
La sutileza en la que en la noche la luna se abre y yo me abro en ti.
Un colibrí aletea fuertemente sobre mi cabeza,
yo lo miro con grandeza esperando a que vuelva.
Al volver me trae astíos de mi cama,
de mi almohada que aún sigue vacía,
de esa noche donde mis sueños volaron.
Y yo le digo:
pajarillo vuela.
Un pájaro volando,
un día que no llega,
una sombra pegada a mi espalda.
Volaré tan alto como el pajarillo quería,
y reiré de todo aquello que hoy me lastima.
Una noche y todas quiero estar
con mi espalda pegada a tu espalda o a tu pecho
escuchando las historias que aún nos quedan por contar.
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