sábado, 28 de septiembre de 2019

Hoy vengo a hablar sobre mí

 Hoy vengo a hablar sobre mí, ya que nunca lo hago.
Soy esa persona que cuando algo le llena de verdad,
 llora,
cuando soy realmente feliz,
 lloro,
y cuando siento que no puedo más,
 también lloro.

 Soy esa persona que coge la pasión y la hace dueña de su vida, que atemora las horas sin ella. Ve las cosas brillar sintiendo ese porvenir que de las simples cosas emanan. Y no sabe no llorar cuando se encuentra realmente feliz.
 No podría hablar de mí sin hablar de la pasión que llevo dentro. Esa misma que mueve mi mundo, mi mundo real a veces imaginado. Es la pasión que me mueve a escribir, a hablar sobre ti, a sentir las cosas de la forma en que las siento. Todo eso me llevan a ser yo; a ver las cosas desde mi gran ventana en lo alto de una nube, donde abro la puerta y puedo sentir el sol ardiente en mis manos, donde veo mi rojo de labios en mi reflejo del cristal de esa ventana. Es el mismo lugar donde canto y río, y créanme si digo que es el lugar más maravilloso en el que poder estar.
Y digo poder, porque a veces me escapo río abajo hasta llegar a un pozo, solo a veces me meto dentro. Voy para quedarme unos días, a veces horas, depende de la dirección en la que oscile el viento para ascender de nuevo a mi nube, para ascender de nuevo a la pasión.

Suerte que llevo conmigo una brújula que se mueve, gira y gira y casi nunca está quieta.
A veces se dirige hacia una isla.
A veces hacia el mar.

Me he dado cuenta que cuando me muevo,
ella lo hace conmigo.
Y cuando no está,
muero.

Y llega la noche

Llega la noche.
Siendo otra excusa más
para soñar contigo.

viernes, 20 de septiembre de 2019

Noches de dos lunas

Para las noches en las que hay dos lunas,
el sol permanece conmigo,
me da cobijo y alegra mis mañanas y noches.
Me aprieta muy fuerte contra él.
Sus rayos aceleran el tiempo como si fuera un péndulo enredado en mi pelo.
Su sonrisa activa mi sonrisa, crece así una planta que florece y se estremece al percibir al sol, se embarulla formando una enredadera y pasa a formar parte de un parque de arena.

Los niños juegan, y a veces alguno percibe la presencia de una flor -algún día, aunque con ninguna sombra-.

Las noches en las que mis manos acarician su espalda son las mismas noches en las que hay dos lunas y una planta florece.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

Un colibrí que aletea

Es la extrañeza de esta cama vacía lo que me lleva esta noche a escribirte.
Palabras que quedaban retratadas en mi mente al estar mi oreja en tu espalda.
La sutileza en la que en la noche la luna se abre y yo me abro en ti.

Un colibrí aletea fuertemente sobre mi cabeza,
yo lo miro con grandeza esperando a que vuelva.
Al volver me trae astíos de mi cama,
de mi almohada que aún sigue vacía,
de esa noche donde mis sueños volaron.
Y yo le digo:
pajarillo vuela.

Un pájaro volando,
un día que no llega,
una sombra pegada a mi espalda.

Volaré tan alto como el pajarillo quería,
y reiré de todo aquello que hoy me lastima.

Una noche y todas quiero estar
con mi espalda pegada a tu espalda o a tu pecho
escuchando las historias que aún nos quedan por contar.




sábado, 20 de abril de 2019

Oigo la lluvia caer sobre los cristales, el fuerte viento que parece ondear las ventanas. La propia luz se proyecta en su reflejo, mi mirada perdida atisba el anhelo.

Las noches

Lo reconozco, las noches me ponen un poco tristes, como si toda mi esencia quisiera salir con la luna.

Eres

Eres mi mirada en una estrella mientras te pienso, eres el universo unido en una nube de sueños, sueños que no paran, que no cesan. Eres un sueño oculto en esta vida. Aun no sé si eres real, solo sé que no quiero despertar.

martes, 2 de abril de 2019

Verte

Verte,
sentirte real no imaginado.
Adentrarme en tus ojos
de la misma manera en la que tú entras en mí.
Ver el infinito en tus pestañas
y en tu boca entreabierta mi nombre.
En un beso mi latido incierto,
con mi semblante al sol,
a ti
mi universo.

martes, 8 de enero de 2019

Cuervos que no eran cuervos

Me vi ardiendo en el fondo del túnel cuando iba hacia la línea de meta. Horrorizada, alcé la mirada tras adivinar lo que parecían graznidos de cuervos. Los pájaros tenían un aspecto aterrador, los ojos les prendían de un filo hilo, salidos de sus órbitas, colgando como las manecillas de un reloj, pareciendo indicar un límite de tiempo. Incluso juré oír el tick tack a la vez que sus ojos bailoteaban, ocultándose entre los chillidos. Sus plumas se blandían enormes, sin concordar con la proporción de sus cuerpos  y sus picos parecían los de un león hambriento. Les habían atacado, puesto que no dejaba de emanar sangre de sus cuerpos pavorosos. Y ahora venían a por mi.
Así que huí, trepé entre árboles, caí sobre musgo, corrí a través de aquel laberíntico bosque, unas espinas me desgarraron la camisa, la piel, el alma. Me arañaban hasta quedarme indolente, parecía que tenían vida propia, que se alzaban para abofetearme. Venían a por mí y los árboles me lo iban susurrando. De pronto empezó a rugir el viendo con fiereza, de forma tan repentina que me estremeció, un cosquilleo espeluznante me recorrió de arriba a abajo. Venían a por mí.
Corría, mis tobillos tambaleaban, mi respiración apesadumbrada. No me quedaba ya nada en este páramo que pareciera tener fin, alguna escapatoria.
Temblaba, lloraba, presa del pánico. A dónde iré ahora con todo el bosque yendo a por mí. Le rogué al sol que no se fuera, pero este se fue y la luna ocupó su lugar, esbelta entre todo el caos pero sin su vigor habitual. Pero a dónde se había ido todo el mundo. Me refugié de nuevo al final del corredor donde comenzó todo.
No sé cuánto tiempo me quedará hasta que me atrapen.

En una habitación

Una habitación oscura y vacía.
Yo en el centro sentada, pequeña.
No supe iluminarme,
por lo que la habitación siguió permaneciendo oscura,
inerte.
Y yo cada vez más pequeña.