Pasé noches indefinidas observando el mermar de la silueta que proyectaba la luna en la pared hasta ver cómo se hacía de día. Siempre sentí la silueta como alguien que me conocía bien, como tú.
Cada noche veía su aparecer y desaparecer. Hasta que un día dejó de aparecer para nunca volver. La silueta se fue y tú desapareciste con ella, dejando una cama vacía en un cuarto que ya no pertenece, unos pasos arrastrados en un pasillo infinito, unas gafas que vieron cómo me hacia mayor, como mi pelo creía ante tu espejo.Un abrazo, que comenzó a mermar, solo que yo no lo sabía. Observé la silueta, había regresado más tenue que nunca. Me susurró que había vuelto a decirme todo lo que nunca dijiste.
Y yo le respondí con las cosas que nunca te dije, solo que ya era demasiado tarde para traer otra respuesta de vuelta.